martes, 10 de abril de 2012

Cintas de casete (o cassette)



A los que vivimos nuestra infancia y adolescencia rodeados de cintas de casete —ya fuera para escuchar música o para jugar a los videojuegos— nos cuesta olvidar el encanto de los objetos de aquella inolvidable época, donde uno rebobinaba con un bolígrafo Bic, cuando no tenía nada mejor a mano o, simplemente, para no desgastar los cabezales del reproductor.

Ahora los videojuegos se editan en CDs o directamente permanecen en el limbo de la memoria de los discos duros. Pero hubo una época donde los videojuegos se guardaban en casetes, los tiempos de carga eran eternos y además, si había más de un videojuego, tenías que buscar el inicio del mismo usando como referencia el sonido que producía la cinta.


Pongo esta entrada, porque me parece importante no olvidar el pasado. Y sé, de primera mano, que hay niños y adolescentes que no saben lo que es un casete.
Es cierto que eran productos perecederos, condenados al desgaste y, por lo tanto, a no sobrevivir al paso del tiempo… pero, a mí, qué queréis que os diga, me encantaban.

4 comentarios:

  1. Además, como en aquellos tiempos tirábamos de cintas "alegales", por no decir piratas, la posibilidad de que cargaran los juegos disminuían.

    Todavía recuerdo que la cinta de Kung-Fu Master cargaba cuando le daba la gana. La de veces que recé para que no se quedara bloqueada la pantalla de carga en el pitido final. Normal, que no tenga mucha fe en Dios.

    ResponderEliminar
  2. Perdona Elric. Pero he borrado tu comentario sin querer. A ver si lo puedes volver a poner.

    ResponderEliminar
  3. Jejeje.

    Decía que el formato cinta a mi también me encantaba. Era un poco coñazo tener que esperar a que cargaran las cosas pero era sorprendente que en un cassette pudiera entrar juegos tan interesantes.

    Cuando las tengo en la mano para hacer algún analisis para mi blog, es una mezcla entre ilusión, nostalgia y tener un objeto de artesanía... inigualable

    ResponderEliminar
  4. En eso te envidio, porque no conservo casi ninguna cinta, y mi Amstrad CPC, como ya comenté, lo regaló mi padre. Cada día lucho con el deseo de gastarme el dinero que no tengo en un trasto antiguo que no vale para nada y que puedo emular con mi PC. Pero es como dices, la sensación de tocar una máquina o las cintas con las que tanto disfruté en mi niñez es algo especial.
    Y de nuevo, perdón, por borrar tu comentario. Seguro con mi Amstrad CPC no borrabas las cosas con tanta facilidad.

    ResponderEliminar