martes, 4 de octubre de 2011

Código fuente, de Duncan Jones



UN TROPIEZO PERDONABLE

“Código fuente” es una película realizada con solvencia, que cumple con su principal cometido: entretener. Este logro bastaría para cualquier otra producción de Hollywood, pero siendo la segunda película de Duncan Jones (“Moom”, 2009) resulta a todas luces insuficiente.

Estoy convencido de que cuando las luces de las salas en las que se proyectará la película se enciendan, los espectadores abandonarán el cine aturdidos, sin tener claro si les ha gustado o no. Porque “Código Fuente”, siendo un producto digno, no alcanza las cotas de calidad que se le presupone a una película urdida por un director que está destinado a dejar su impronta en el séptimo arte; convirtiéndose la cinta en una especie de quiero y no puedo.

La dirección no es lo que provoca que la película, que se presenta interesante, termine por ser un film fallido. Duncan Jones es un director notable. Sabe mantener el ritmo y planificar las distintas secuencias, con extrema habilidad, sin caer nunca en la saturación de planos, y evitando, en todo momento, la confusión que se da en otras películas contemporáneas, donde un montaje epiléptico, impide situar a los personajes en la acción y saber lo qué están haciendo en cada momento. 

El guion es lo que echa por tierra la película, pues es demasiado endeble. El guionista Ben Ripley parte de una premisa poco explorada —viajes hacia atrás en el tiempo, de pocos minutos—, pero no original, como nos han querido hacer creer. Aunque el desarrollo de las tramas no tienen nada que ver entre una y otra, esta película recuerda a “Los cronocrímenes” (2007), dirigida por Nacho Vigalondo.

Los personajes secundarios apenas están esbozados, y carecen del trasfondo necesario para que los espectadores empaticen con la tragedia a la que están abocados. El trabajo de caracterización es nulo. No parecen personas, sino personajes fingiendo serlo; y éste, es otro de los grandes lastres de la película. Siendo la historia de un hombre que despierta en un tren destinado a explotar, qué menos que sufrir un poco por el cruento final que les aguarda a los incautos pasajeros.

Salvo la magistral interpretación de Jake Gyllenhaal (“Donnie Darko”, 2001), capaz de darle verosimilitud a su personaje, tanto en el papel de héroe como de hombre confuso y asustado, poco se puede salvar del resto del reparto, enfrentados a la imposible empresa de darle dinamismo y veracidad a unos personajes mal escritos.

Si alguien no acaba de entender a qué me refiero, basta que visione “United 93” (2006). En esta película, dirigida por Paul Greengrass, el espectador sabe que todos los ocupantes del avión están condenados a morir, y aún así, durante el metraje, vibra y se conmueve con los intentos de la tripulación y los pasajeros por evitar la tragedia. Por el contrario, en “Código fuente”, no se te forma un nudo en el estómago cuando sale malparado algún personaje, como sería deseable.

Duncan Jones hará una gran tercera película. La tercera, siempre es más fácil que la segunda. Tras la decepción, el nivel de exigencia se reduce.