martes, 28 de diciembre de 2010

SCIFIWORLD, CONCURSO CRÍTICA: Y EL GANADOR ES... (Nº34)

Parece que el 2011 va a ser un buen año para mí. He recibido más buenas noticias, en el ámbito literario, en cuestión de meses, que durante los últimos diez años de mi vida.
No voy a decir nada, por no gafarlo, pero pronto habrá más noticias del agrado de quienes siempre me han apoyado y quienes comienzan a leerme ahora.
Pero me estoy desviando de la razón de ser de esta nueva entrada. Os cuento lo que realmente quería que supieseis: he ganado el concurso de crítica que todos los meses ofrece la revista Scifiworld.
Mi crítica saldrá el mes de enero, concretamente en el número 34. Espero que os compréis la revista, no solo para leerla, sino para disfrutar de una revista distinta e interesante. Y quien no pueda o no quiera gastarse el dinero, puede leer la crítica aquí.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

CONQUEST OF THE PLANET OF THE APES


Los productores del estudio pretendían con esta nueva película insuflar aires renovados a la saga y ofrecer un tratamiento más arriesgado e independiente; y a fe, que lo consiguieron.

El guión escrito por Paul Dehn narra una historia mucho más dura, directa, atrevida  y oscura que sus predecesoras. Debido a lo cual, y pensando en cómo poder sacar el máximo provecho a un guión de esta naturaleza, se buscó un director con entidad, fuera del género de la ciencia ficción, quien pudiera darle el sello de autor a la producción en ciernes. El elegido para tomar las riendas del proyecto, no fue otro que J. Lee Thompson, quien atesoraba títulos tan destacados, como, por ejemplo, “El cabo del terror” o “Los cañones de Navarone”.

El riesgo al que se exponían los ejecutivos de la 20th Century Fox, dándole un nuevo rumbo a la saga —el cual no iba a ser plato de buen gusto para todos los fanáticos de la saga— y dejando el proyecto en manos de alguien con personalidad y experiencia—quien iba a permitir pocas intrusiones por parte del estudio—, tampoco es que fuera muy alto. La saga había perdido algo de fuelle en taquilla y todos los implicados en la producción sabían que no se podría sacar mucho más partido a la franquicia; al menos, claro, en el celuloide. Si la película era un fiasco, simplemente tendrían que adelantar el cierre.

Los responsables técnicos y artísticos, a pesar de las limitaciones con las que contaron para sacar adelante el proyecto de esta cuarta entrega, ya fuera la estricta censura —no olvidemos que la película precedente, “Huida del planeta de los simios”, estaba dirigida a un público familiar—, o el exiguo presupuesto —el cual obligaba a disimular la falta de medios con una medida planificación técnica y un impresionante montaje final— hicieron una labor encomiable.

“Conquest of the Planet of the Apes” o “La rebelión de los simios” —título con el que es conocida en España— es un producto de una factura notable. Visto con cierta perspectiva, la elección de un director como J. Lee Thompson fue todo un acierto. Basta abstraerse de los intereses mercantilistas y analizar esta obra cinematográfica desde un punto de vista meramente artístico, para percatarse de que nos encontramos ante una película dirigida por un autor que supo ser capaz de dotar a cada una de las imágenes que componen la película de una crudeza y energía implacables; con una puesta en escena que se mueve entre el cine más clásico y esa especie de estilo sucio y agresivo de los setenta, que le proporcionaba a la películas rodadas en aquella época un tono casi documental. Y para lograrlo, Thompson se limitó a darle espacio a sus actores y a componer fantásticos planos generales, donde destacan dos colores: el rojo y el negro. Por un lado, el rojo se torna clara metáfora de la sed de sangre de los simios, hartos de de las vejaciones constantes a las que son sometidos; y por otro, el negro, símbolo del poder y autoritarismo humano.

Como toda gran película de ciencia ficción que se precie de serlo, se vale de la parábola para hablar de forma implícita de los acontecimientos políticos y sociales que estaban teniendo lugar en aquella época en los Estados Unidos. Pues no olvidemos que la película se rodó en la convulsa década de los setenta. Donde la lucha por los derechos civiles era más encarnizada que nunca, el presidente JFK era asesinado y la guerra de Vietnam estaba abriendo profundas heridas en la mentalidad de una nación propensa a la ingenuidad. Siempre es más fácil transformar a un simio en un héroe que lucha por los derechos de su pueblo, frente a un gobierno opresor y corrupto, que ponerle la corona de espinas a alguno de aquellos anónimos afroamericanos, quienes se vieron implicados en los disturbios de Watts de 1965 —los cuales sirvieron de inspiración a Paul Dehn para redactar el guión.

A pesar de todo lo dicho, cabe señalar que la película no se limita a hablar de la lucha de clases, sino que es un film de aventuras en estado puro; para quienes sólo pretendan pasar un rato entretenidos y no quieran hacer una lectura más profunda.

Todo el plantel de actores está magnífico en sus respectivos roles, aunque es indudable que quien brilla con una luz más intensa, es un impresionante Roddy McDowall, que en esta película interpreta a César —como la precedente hizo con Cornelius—; dotando a su personaje de una gama de emociones tal, que uno olvida que todo no es más que un truco cinematográfico y que ese magnifico ser que pierde la inocencia por culpa de los hombres, no es un simio, sino un hombre enfundado e una máscara.

Para una cinta resulta muy complicado destacar, siendo la cuarta entrega de una saga, como es el caso del film que nos ocupa. Además, el hecho de que la calidad y los presupuestos fueran menguando, progresivamente, con cada nueva entrega de la franquicia, tampoco ayuda demasiado. Mucha gente desprecia esta película, o no la valora en su justa medida, como consecuencia de su principal demérito; es decir, la cinta nació con el único propósito de seguir engordando las arcas de los mandamases del estudio, quienes vieron un filón digno de ser explotado en el enorme éxito de una obra maestra llamada “El planeta de los simios” y decidieron ignorar el hecho de que sus artífices la hubieran pensado para que no pudiese perpetrarse una continuación, dándole uno de los finales más memorable y escalofriantes de la historia del cine. Pero si se le da una oportunidad, y se ve sin prejuicios, más de uno va a llevarse una agradable sorpresa.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

CONCURSO DE RELATOS ZOMBIES

Un autor español con quien tuve la suerte de intercambiar algunos correos electrónicos, me dijo que escribir es como una carrera de fondo, que lo importante es aguantar y no desfondarte cuando una, o varias editoriales, te dicen "que el nivel de calidad de tu relato o novela no es suficiente para ser publicado". Sus palabras, así como las de mis socios del sello "Corruption Productios", me animaron a no tirar la toalla y seguir intentado publicar.
Menos mal, porque ahora empiezo a recoger algunos frutos. Uno de aquellos frutos -de los cuales os iré contando más cosillas a medida que se concreten- tiene que ver con la imagen que acompaña el texto.
Para mi sorpresa, he resultado ser uno de los ganadores del concurso Antología Z, volumen 3, convocado por la editorial Dolmen.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Campaña "Ellos También Son Escritores"

Desde el blog "Noche de Palabras" se está llevando a cabo una campaña magnifica, la cual consiste en ofrecer la oportunidad a quienes han optado por la autopublicación de ser leídos y promocionados por los lectores. Yo voy a participar, prestando mi novela "Confinamiento".
Si queréis saber más de está excelente iniciativa,basta  pinchar aquí.

martes, 7 de diciembre de 2010

CONFINAMIENTO

Corrían los últimos años de la década de los noventa, y empezaba a escribir relatos de manera convulsa. No me preguntéis cómo, pero mientras mi autoestima estaba a la deriva en lo que se refiere a mi vida cotidiana, mi ego como nuevo valor literario crecía y la necesidad de escribir aumentaba de forma exponencial. Así que decidí que, en vez de perder el tiempo escribiendo decenas de relatos, iba a escribir una novela. Sí, en lugar de tener terminado cientos de relato, tendría una novela escrita en unos pocos años. Aunque era consciente de que probablemente todo aquel esfuerzo fuera en vano; ya que sabía que aún estaba muy verde como escritor. Pero quería intentarlo.
La novela tardó en gestarse como cuatro años y de manera intermitente. Es una obra primeriza, con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva; escrita en un período muy confuso de mi vida, con apenas veinte años. Personalmente, opino que tiene momentos geniales, pero que el conjunto cojea.  Aún así, la gente que la ha leído dice que toca la fibra sensible del lector; y eso, a mí me vale.
La novela puede descargarse gratis en formato digital o comprarse por algo más de diez euros en papel. Hemos renunciado a cualquier beneficio y no podemos bajar más el precio. Basta con que pinchéis sobre la imagen de la novela que se encuentra en la esquina superior derecha y os llevará al enlace Bubok.
Espero vuestros comentarios. 

jueves, 2 de diciembre de 2010

THE ADDICTION

"No somos pecadores porque pequemos, pecamos porque somos pecadores", esta frase, apenas susurrada por la vampiresa llamada Casanova —interpretada por una inquietante y sensual Annabella Sciorra—, mientras permanece envuelta entre las sombras de una sórdida habitación de hospital, sintetiza a la perfección la premisa inicial que hace avanzar una película de vampiros, tan bizarra como interesante.

“The Addiction” es una película de bajo presupuesto, dirigida por Abel Ferrara —uno de los directores más interesantes e inclasificables del panorama independiente actual— y escrita por Nicholas St. John —un guionista excepcional, quien parece haberse evaporado, como por arte de magia, tras escribir el libreto de la intensa “El Funeral”.

La película trata de ahondar en la naturaleza del ser humano, y se vale del género –en concreto, del vampírico— para alcanzar una mayor libertad creativa, y potenciar, mediante una atmósfera asfixiante y sucia, los elementos narrativos y emocionales de una historia que indaga —como ya viene siendo habitual en la filmografía de este director— en la religión, la tentación, el vacío existencial, la culpa, el deseo, la violencia, la autodestrucción, la necesidad de sentir, la incapacidad de amar, la redención…

Aunque es verdad que esta misma historia podría haberse rodado sin necesidad de emplear ningún elemento sobrenatural. Al fin y al cabo, los vampiros actúan y viven como drogodependientes contemporáneos. La elección por parte del guionista de emparentar la cinta con el género de vampiros, no hace sino acrecentar los sentimientos que revuelven el estómago de los personajes.
La realidad desangelada y distorsionada —encuadrada en un perfecto blanco y negro, casi siempre cámara al hombro, mediante planos picados y contrapicados, muy cerrados— ofrece al conjunto un acabado subrayado, sin concesiones. El cual potencia la desesperación y el vacío existencial de unos personajes que no logran encontrar la paz interior; y como consecuencia de ello, se ven abocados a la fatalidad y a asumir roles más propios de mártires religiosos, aceptando el sufrimiento y la autodestrucción como únicas vías redentoras.

Cada uno de los fotogramas que componen la película, así como las relaciones de dependencia extrema de la sangre, favorecen la empatía con la protagonista de la cinta —interpretada por una magistral Lili Taylor— que se ve abocada a descender a los infiernos, después de ser mordida por un vampiro, para encontrar las respuestas que, durante eras, han instigado las mentes y los corazones del ser humano.

Intentar responder las preguntas filosóficas que nacen de la tesina que está escribiendo —la cual trata de discernir si la atrocidades cometidas por la especie humana, son fruto de las circunstancias o de una naturaleza intrínsecamente malvada— llevarán a la protagonista a adentrarse en las enfermizas garras de la adicción.

La película no proporciona contestaciones obvias, acerca de la naturaleza del ser humano y sus acciones descarnadas. Porque esta pequeña obra de culto no pretende dar lecciones. Se limita, exclusivamente, a lanzar preguntas al espectador. Quien luego —si así lo desea— puede buscar respuestas, por sí mismo, o en compañía de otros. Pues esta película es de aquellas que después de salir del cine, apetece comentar, hasta bien entrada la noche. Aunque nadie haya sabido responder —al menos, de una manera rotunda—, desde que Caín asestara un golpe traicionero y mortal a su hermano Abel, qué es lo que nos hace abrazar, con tanta facilidad, el monstruo que parece vivir en lo más hondo del ser humano.

Por último, me permito el lujo de aportar algunos datos que pueden resultar interesantes a quien después de leer estas líneas, deseé darle una oportunidad a esta película y dedicarle poco más de hora y veinte minutos:

Nicholas St. John comenzó a escribir el guión de esta película cuando falleció su hijo, en un desgraciado accidente de tráfico; lo que quizá explique el pesimismo y el desánimo que inunda toda la cinta.

“The Addiction” solo pudo estrenarse en cines, tras el rotundo éxito que obtuvo “El Funeral”. Película posterior de Abel Ferrara, que, sin embargo, se estrenó con anterioridad.

Ninguno de los actores que participó en la película cobró un dólar, mientras la rodaban, lo que le que le granjeó graves problemas a Abel Ferrara y a su productor con el sindicato de actores.

Christopher Walken apenas aparece unos minutos en pantalla, pero da una memorable lección de lo que es una magistral interpretación.

Dicho esto, sólo cabe invitaros a ver la película, y constatar si estáis de acuerdo o no, con lo aquí expuesto.