sábado, 26 de enero de 2013

El imperio contraataca



HACE MUCHO TIEMPO EN UNA GALAXIA MUY MUY LEJANA... “EL IMPERIO CONTRAATACA” 

ESTABLECIENDO EL CONTEXTO 

Después de que Disney haya comprado recientemente Lucasfilm a George Lucas por una cantidad desorbitada y los analistas económicos consideren que ha sido todo un acierto por parte de la productora de Mickey Mouse, pues no solo lo amortizará en breve sino que verá como aumentan sus beneficios de forma exponencial, cuesta situarse en el contexto adecuado y comprender los factores que provocaron que ni estudios ni productores confiasen en la viabilidad de un proyecto que no se limitó a cambiar la forma de hacer cine, sino también de venderlo. 

Pero lo cierto es que en la década de los setenta -la cual recogía los conflictos enquistados de finales de los sesenta y otros aún por estallar- USA vivió uno de los momentos más desagradables y convulsos de su reciente historia. El país era una olla a presión que amenazaba por quebrarse por cientos de sitios y destruir lo que ellos entendían que era el Sueño Americano. 

La vetusta y aparatosa maquinaria de los grandes estudios de Hollywood, dirigidos por empresarios y no por cineastas, se hallaba en franca decadencia y trataban, en vano, de enderezar el rumbo. Así que se les ocurrió la “genial” idea, después de numerosos estudios de mercado, de contratar a un montón de jóvenes e inexpertos cineastas y proporcionarles una farsa apariencia de libertad creativa. El público que iba al cine era mayoritariamente joven, por lo que creyeron que, si querían atraer la atención del respetable, lo mejor sería que los jóvenes hicieran cine para los jóvenes. Esta es la única razón por la que pudieron dirigir sus primeras películas e influir en la forma de hacer cine la genial generación comandada por Coppola -el mayor de todos y figura patriarcal-, Steven Spielberg, John Milius, Martin Scorsese, Brian De Palma, Michael Cimino o el mismísimo George Lucas; por citar unos pocos. 

En un principio el hecho de permitir que jóvenes cineastas como mucho talento pudiesen dirigir película no era para nada una mala elección. El problema es que no se puede poner a un cineasta joven y talentoso al frente de un equipo, decirle que confías mucho en él y luego, a la hora de verdad, no dejarle ningún margen de maniobra; y eso es lo que le ocurrió a George Lucas. Si no hubiese sido por el éxito de público y crítica de “American Graffiti”, el respaldo del productor Alan Ladd y la determinación del director nacido en Modesto, probablemente nunca se hubiese rodado la primera parte; y en consecuencia, esta excelente continuación. 

George Lucas quería el control total y después de las desavenencias y los constantes dolores de cabeza provocados por la Fox -funestos acontecimientos que provocaron que el cineasta tuviese que ser hospitalizado de urgencia por sufrir una crisis de ansiedad- decidió financiar el mismo “El imperio contraataca” -aunque la Fox seguiría encargándose de la distribución. 

IRVIN KERSHNER VERSUS GEORGE LUCAS 

Como decíamos, George Lucas acabó tan hastiado física y emocionalmente del rodaje de “La guerra de las galaxias” que decidió centrar todas sus energías en levantar y gestionar Lucasfilm, mientras confiaba la dirección en quien fue su profesor en la UCLA: Irvin Kershner. 

En este punto hemos de decir que, como sucede con “Poltergeist”, donde existe cierta controversia sobre la autoría entre Tobe Hooper y Steven Spielberg, podemos encontrar dos posturas enfrentadas. 

Por un lado están los que piensan que Lucas le dio libertad absoluta a Kershner y que su única directriz fue que siguiera el guion a rajatabla; y la muestra más clara de que eso fue así, dicen los defensores de esta tesis, es el salto cualitativo tanto en el guion -obra de Leigh Brackett y Lawrence Kasdan sobre un tratamiento de Lucas- como en la dirección técnica y de actores. Un hecho que refuerza esta idea es la discusión que productor y director mantuvieron cuando Kershner -más interesado por la contribución de los actores que Lucas- dejó que Harrison Ford cambiara una línea de diálogo. En vez de decir a Leia, cuando van a sumergirle en carbonita, “Yo también te quiero”, como venía redactado en el guion, replicó con un potente “Lo sé”, después de que ella le dijera que le quería. Esta secuencia resulta magistral gracias en parte a la citada frase de Ford y en parte a la interpretación de los actores -mucho más entonados que la anterior película- y pone en tela de juicio el criterio de George Lucas, empeñado en que ese “Lo sé” iba a provocar la hilaridad del público, si la frase no era eliminada del montaje final. Ojalá Lucas hubiese pensado lo mismo de la presencia de Jar Jar Binks en la nueva trilogía. 

Por el contrario, otros defienden que Irvin Kershner no fue más que un títere en manos de Lucas y que simplemente se limitó a seguir el guion técnico y los storyboard creados por George Lucas y su equipo sin aportar nada como autor. Y para esgrimir eso, se limitan a aseverar que el director nunca más hizo ninguna película destacable. ; cuestión discutible. 

Probablemente ambas tesis tengan su parte de razón y la realidad se encuentre en un punto intermedio. Kershner debió seguir los guiones técnicos y literario con extrema fidelidad, así como debió de ser víctima de una supervisión tan asfixiante por parte de Lucas como la que él sufrió de manos de la Fox. Pero cualquiera que haya estado en un rodaje sabe que una vez en el plató, el tiro de cámara, las composiciones, la elección de objetivos, la ubicación de los focos, la dirección de los actores y un sinfín de imprevistos deben salvarse sobre la marcha y quien tiene la voz cantante es el director; aunque el equipo influya muchísimo. 

EL IMPERIO CONTRAATACA 

“El imperio contraataca” es considerada la mejor película de la saga, y probablemente lo sea; aunque cuenta con una clara ventaja sobre su antecesora y su predecesora: es el nudo de la primera trilogía. Este filme no tiene que dedicar tiempo a presentar a los personajes y el universo donde se desarrolla la acción. Puede empezar con una secuencia tan potente como la de la batalla en el planeta helado de Hoth, sin necesidad de poner en antecedentes a los espectadores; puede dedicar minutos a construir secuencias espectaculares, a presentar nuevos personajes, a expandir los límites del universo de Star Wars, ofreciéndonos nuevas y exóticas localizaciones; a profundizar en las relaciones interpersonales, a plantear dilemas morales y filosóficos sobre nuestro papel en el devenir de la existencia; a dedicar valiosos minutos a secuencias que posibilitan el proceso de maduración de Luke o a hablar del precio de la libertad. 

La primera trilogía de Star Wars nos habla de lo que significa cambiar, crecer y aprender mientras abandonamos la inocencia de la infancia, asumimos responsabilidades y aceptamos nuestro lugar en el esquema de las cosas; lo que conlleva admitir tanto la propia mortalidad como la ajena. 

Luke demuestra ser poderoso, no por convertirse en un Jedi más diestro, sino por aceptar que en lo más hondo de su alma se esconde la oscuridad, y que esta puede emerger en cualquier momento. 

Pero “El Imperio Contraataca” también es un filme de evasión, perfectamente disfrutable sin necesidad de cargar con conceptos metafísicos. 

El largometraje cuenta con una de las secuencias que subyace en el subconsciente colectivo de varias generaciones. Aquella en la que Luke conoce quien es su progenitor mientras agoniza después de que le haya sido amputada una mano y grita en precario equilibrio sobre una caída que parece no tener fin. Una secuencia que supo mantenerse en secreto –hoy en día sería imposible con las filtraciones e Internet- y que provocó que los espectadores se quedaran petrificados en sus butacas ante tan brutal revelación. De hecho, se introdujo una página falsa en el guión donde Darth Vader decía “Obi-Wan Kenobi es tu padre” y ni siquiera Mark Hamill supo la verdad hasta minutos antes de rodar esta inolvidable escena, cuando Kershner le hizo cómplice del secreto. Y Luke no solo se enteró entonces de quien era su padre, sino de que tenía una hermana, y no era otra que Leia; lo que daba un toque malsano a la relación que había venido existiendo entre ambos y la rivalidad con Solo por seducirla. 

Nos dejamos cientos de cosas que destacar -la banda sonora, los avances en efectos especiales, el accidente de Mark Hamill, etc.- pero el espacio es limitado. Aunque no nos resistimos a concluir este artículo sin ensalzar antes la labor de Frank Oz, capaz de dotar de vida a una marioneta que nadie creía que fuese a dar el pego en pantalla gracias a su voz y a la colaboración de otros dos titiriteros y que es el alma de “El Imperio Contraataca”. Las versiones digitales de Yoda no han logrado hacernos olvidar a aquel trágico y cómico hombrecillo verde que vivía apartado del mundo en Dagobah.