domingo, 30 de enero de 2011

"EL HEDOR QUE EXPELE LA MUERTE"


"El hedor que expele la muerte" fue el segundo relato que escribí, y en él, trato de  abordar la capacidad del ser humano para odiar y amar más allá de cualquier límite racional. Sentir con tal ansia, que conceptos  tan opuestos como los mencionados puedan acabar por mezclarse y confundirse entre sí.

Aunque es un relato bastante irregular, creo que, al igual que ocurre con "Pálida muerte", es capaz de transmitir sensaciones intensas.

Como con los demás, basta con pinchar la imagen de la entrada, o la de la columna de la derecha, para poder leerlo.

lunes, 24 de enero de 2011

PÁLIDA MUERTE



Aproveché que NGC3660 publicó "Alma de payaso", para incluirlo como primer enlace en la sección de relatos; la cual puede verse en la columna de la derecha. 

Una vez hecho esto, tuve dudas respecto a cuál sería el orden correcto para estructurar los distintos enlaces. ¿Sería mejor publicarlos según la calidad, la temática o el ordén cronológico en que fueron escritos? Al final, me decidí por ésta última opción; aunque lógicamente "Alma de pasayo", siendo uno de mis relatos más recientes, con el tiempo, ocupará su lugar en la columna de la derecha.
Así que lo dicho, pinchad sobre la imagen y podréis acceder al primer relato que logré acabar, hará más de diez años, titulado "Pálida muerte".

Espero que lo disfrutéis, a pesar de que, quizá, éste sea uno de mis relatos más flojos.

lunes, 17 de enero de 2011

MI CRÍTICA DE "TERROR EN EL ESPACIO" EN PAPEL IMPRESO

Existen pequeños sueños que uno jamás piensa que se cumplirán; y esta entrada trata de uno de aquellos sueños imposibles.

Cuando leía y releía las revistas de cine, que compraba o me dejaba mi gran amigo Neftalí, siempre soñaba con ver algún día una crítica firmada por mí e impresa en papel. Como la vida me llevó por derroteros inesperados -no estudié periodismo-, pensé que sería imposible que algo salido de mi mente apareciese en una revista de cine de las de "verdad".

Pero como en tantas otras cosas, me equivoqué.

Como ya os dije, gané el concurso de crítica que convoca la revista "Scifiworld" para sus lectores, y el premio es la publicación de la misma y una suscripción de un año -debido a lo cual, no me queda más remedio que esperar a que me llegue por correo, aunque mañana o pasado la vea en los kioscos y tenga la tentación de comprarla-, por lo que no he podido leerla todavía en papel.

Además de porque os caigo bien u os gusta cómo escribo, según he podido leer en el avance, aparte de mi crítica de la película de Mario Bava, el contenido de este mes pinta interesante. Así que, a qué esperáis.

¡Todo el mundo a comprar la revista!

domingo, 16 de enero de 2011

THE SPIRIT




Frank Miller es un autor con un talento colosal, y lo lleva demostrando varias décadas en el mundo del cómic. Por eso mismo, es una lastima que haya desaprovechado una oportunidad extraordinaria de escribir y dirigir una gran película. Porque, además, esta vez lo tenía todo a su favor. Sí, digo bien: “esta vez”. Porque, para quienes no lo sepan, hace muchos años fue tentado por la poderosa industria de Hollywood. Lo que le mantuvo apartado durante bastante tiempo de los lápices y de la mesa de dibujo. Pero el cine es un monstruo económico demasiado grande e incontrolable, capaz de devorar el talento y convertir a grandes autores, venidos de otros medios, en meras piezas de un engranaje mayor, que nada sabe de autoría o creatividad. La experiencia en los Ángeles resultó nefasta. Acostumbrado como estaba a tener un control absoluto de su obra, sólo pudo contemplar —impotente y enrabietado— como los productores destrozaban sus guiones y echaba por tierra lo que podían haber sido grandes películas. Obviamente, decepcionado y con el ego hundido, regresó al mundo del cómic, y siguió escribiendo y dibujando obras maestras, como si nada hubiera pasado.

Nunca imaginé que Frank Miller volvería a atreverse con el cine. Pero cuando vi “300” y “Sin City”, tuve la esperanza de que el gran público pudiera descubrir lo que unos pocos ya sabíamos: Frank Miller es un autor excelente.

Pero mi gozo, en un pozo.

Frank Miller ha realizado una fallida adaptación cinematográfica del cómic homónimo de Will Eisner. La película adolece de solidez alguna, tanto en los apartados técnicos como artísticos. Los actores se ven incapaces de salir airosos de los difíciles roles que les han tocado representar, a pesar de la demostrada solvencia de la mayoría; tampoco les ayuda nada haberse visto sometidos a una mediocre dirección de actores y la exigencia de llevar lo caricaturesco al límite. Los diálogos suenan absurdos y encorsetados, salvo contadas excepciones. La trama discurre a trompicones, pues una escena no conduce a la siguiente de manera fluida y la sucesión de secuencias no provocan un aumento de la intensidad dramática; más bien, todo lo contrario.

El público asistente a la sala, a medida que trascurren los acontecimientos, comienza a perder el interés y a despreocuparse por lo que pueda pasarle a los personajes. Y esto, sucede porque la propia cinta, tal y como está concebida, excluye al espectador de la experiencia cinematográfica y le impide implicarse emocionalmente.

Frank Miller opta por dotar a la película de un humor surrealista, exaltado y ruidoso —alejado por completo de la sutileza e inocencia de la obra original—; transformando lo pretendidamente subversivo y sarcástico, en algo vacuo, que resulta, a todas luces, insustancial y absurdo.

El mayor problema de Frank Miller —al contrario de lo que piensas muchos críticos— no ha sido que haya adoptado una estética hermanada con “Sin City” —al fin y al cabo, Miller no está imitando a nadie más que así mismo—, sino que haya tomado malas decisiones como director; principalmente, en la etapa de preproducción. Y dirigir, es tomar decisiones.

El guión debió rescribirse y trabajarse mucho más de lo que se hizo. Siendo, como es él, un gran escritor, da la impresión de que Frank Miller apenas se esforzó en escribir el libreto. “The Spirit” iba a ser su primer vástago reconocido del séptimo arte, que menos que haberse mostrado más exigente consigo mismo durante el proceso de escritura. Cuesta entender, además, como alguien que se conoce al dedillo la obra de Eisner, es incapaz de captar el espíritu que emanan las viñetas de “The Spirit” en el papel impreso; más cercano a una comedia de acción de Cary Grant que al sórdido mundo de Batman.

A pesar de todo, el ambiente de novela negra, a lo Raymond Chandler, está bastante logrado. Aunque otra mala elección — ¡y ya van!—, vuelve a poner en tela de juicio las aptitudes de Frank Miller como director de cine. La introducción de elementos modernos —fotocopiadoras, móviles, ordenadores— resta credibilidad y encanto a la cinta. También resulta incomprensible como la dirección artística, tan detallista con el entorno y el vestuario, viste a los personajes más insoportables del film —primos hermanos de Jar Jar Binks, supongo—, de forma tan simplista: con camisetas negras —donde solo cambian los ridículos eslóganes grabados a la altura del pecho—, pantalones vaqueros y zapatillas deportivas actuales; cosa que provoca que parezca que los estúpidos clones no forman parte de la misma realidad que el autor está tratando de confeccionar en la pantalla.

Y podría seguir enumerando más y más decisiones equivocadas, que provocan que esta película haya sido una gran decepción… Pero creo que no merece la pena.


Basta con decir que todos lo elementos que conforman la película parecen ideados para gastar una enorme broma pesada. Sí, puede ser. Frank Miller parece que haya querido reírse de todos, hasta de sí mismo, y le ha salido mal la jugada.

En definitiva, nos encontramos ante una mala película. Más que nos pese a aquellos que admiramos y hemos seguido con suma devoción la portentosa trayectoria de quien —con apenas veinte años y sin experiencia alguna como guionista— se atrevió a encargarse tanto del guión como del dibujo de una serie de cómics condenada a la cancelación —como era el caso de “Daredevil”—, y nos ofreció los primeros mimbres de lo que iba a ser la extensa obra de uno autor sobresaliente.

Deseo, fervientemente, que esta película —que por bizarra, seguramente, el tiempo convertirá en film de culto— no sea más que un borrón en el currículum intachable de Frank Miller. Porque, de no ser así, significaría que estamos siendo testigos del declive de una de las figuras más importantes y veneradas del noveno arte.

Y a nadie le gusta ver como se desploman los ídolos.

martes, 11 de enero de 2011

ALMA DE PAYASO

"Alma de payaso" ha sido publicado en NGC3660 y también en "El umbral oscuro". Basta pinchar sobre la imagen para leerlo.
Además de las respectivas entradas, iré colgado los enlaces de los relatos en la columna de la derecha, al igual que hice con mi primera novela, para que os sea mucho más fácil acceder a su lectura.
Espero que lo disfrutéis.

viernes, 7 de enero de 2011

EL SUEÑO DEL REY ROJO, de Rodolfo Martínez

El primer libro que voy a recomendar está escrito por un autor que descubrí casi por casualidad, mientras buscaba por la red escritores españoles de ciencia ficción; y que después de haberle leído, me duele que no disponga de una campaña de promoción potente y una mejor distribución, como ocurre con otros de sus colegas -bastante menos talentosos que él-, y sus novelas no lleguen a un público mayoritario.

Sigo sin entender cuál es el criterio de las grandes editoriales para apoyar a un escritor en concreto, y no a otro. Porque no creo que tenga nada que ver con la calidad literaria del mismo, ya que de ser así, no se entiende que Rodolfo Martínez no sea en la actualidad un escritor reputado, fuera del ámbito de la ciencia ficción y la fantasía minorista. Probablemente, si Rodolfo hubiera nacido en los Estados Unidos, hace tiempo que sería un escritor de Best-sellers y su obra habría sido llevada al cine en multitud de ocasiones por importantes cineastas.

Pero dejaré que sean otros, bastante más capacitados que yo, los que resuelvan tales misterios. Porque, he de reconocer que, mientras más me adentro en el mundo editorial, menos lo entiendo.

La novela que os vengo a recomendar se titula “El Sueño del Rey Rojo” y fue publicada inicialmente por la editorial Gigamesh. La narración de la misma se desarrolla siempre en primera persona; lo cual es uno de sus mayores aciertos. Pues no sólo hace que nos resulte fácil sentirnos identificados con el protagonista, sino que le da al conjunto un aire de novela de género negro, que mezclado con la ciencia ficción —o más bien, lo que se dio en llamar el ciberpunk—, permite al autor ahondar en los miedos más básicos y primarios de la sociedad y del ser humano, con un estilo ágil y rápido, mientras se tratan  multitud de temas trascendentales, como son: la percepción que tenemos del mundo que nos rodea y la percepción que tienen los demás de nosotros; el concepto de identidad; la incapacidad de sentir; el miedo a sufrir; las oportunidades perdidas, el ego, la amistad, el amor no correspondido; la idealización de nuestros congéneres; los sueños frustrados; el poder absoluto, la corrupción, la pérdida de la inocencia; la muerte entendida como la desaparición de la conciencia… Todo enmarcado en un creíble escenario de ciencia ficción, que sumerge al lector en una  interesante trama conspiratoria, donde la realidad virtual se confunde con la realidad física y la inteligencia artificial ha dejado de ser un sueño inalcanzable.

Ahora, gracias a que Rodolfo está recuperando todo su material con su propia editorial “Sportula”, uno puede adquirir su novela con bastante facilidad y no tener que pasar por las penurias que tuve que pasar yo para hacerme con un ejemplar en papel, como consecuencia de lo que hablaba en el primer párrafo de esta entrada. Basta con pinchar aquí, y podréis adquirir el ebook por un par de euros.

martes, 4 de enero de 2011

Concurso Express: "Dos coronas"

Para todo aquel que quiera hacerse con un ejemplar de "Dos Coronas", basta con visitar el blog "La pluma de ángel caído" y participar en su concurso. Y si no tenéis suerte, siempre podéis ir a la librería y comprar la novela.

domingo, 2 de enero de 2011

EVIL DEAD (Posesión infernal).

A muchos nos bastó con visionar los primeros minutos de esta bizarra e interesante película, para darnos cuenta que nos hallábamos ante un material realizado por un director destinado a convertirse en una referencia dentro del género de terror. Y si bien es verdad que “Posesión Infernal” no es para nada una película redonda –como suelen ser la mayoría de las óperas primas—, no es menos cierto que la cinta en cuestión es un maravilloso alegato de las cualidades innatas, y aún sin explotar, de quien estaba en ciernes de convertirse en un excelente autor.

A principios de la década de los ochenta, Sam Raimi, sin apenas dinero, acompañado por un reducido grupo de actores desconocidos y de sus —ya por entonces— inseparables amigos –el productor Robert Tapert y el actor Bruce Campbell—, decidió jugársela, y se marchó a Tenesse, con el propósito de rodar una pequeña película de terror, cuya acción se situaría en una cabaña abandonada, ubicada en medio de un bosque de aspecto lúgubre.

La trama elegida para lo que iba a ser su ópera prima no podía ser más simple: una pandilla de amigos deciden viajar a una cabaña aislada y su curiosidad provoca que entes endemoniados accedan a nuestro plano de existencia y siembren el caos y la destrucción allá por donde van.

Analizando la película, uno llega a la conclusión de que todos los implicados en el proyecto tenían muy claras las ideas con respecto a lo que iban a hacer. El guión está escrito con el único objetivo de poder llevarse a cabo; sin alardes. Una historia sencilla y directa. Pocos actores. Textos cortos y fáciles de decir; los cuales no ralenticen en ningún momento la filmación o provoquen el desperdicio del bien más preciado de una producción —la película—. Efectos físicos que puedan realizarse de forma barata, pero que sorprendan al espectador. Una o dos localizaciones; no más. Situar la trama en espacios reales, los cuales no necesiten ser recreados. Valerse de la oscuridad para disimular los defectos de producción. Y por último, pero no menos importante, convertir la historia en una fiesta gore —plagada de excesos, sangre y fluidos caseros—, con el propósito de atrapar la atención de los espectadores y que su película no deje indiferente a nadie.

Cierto es, que el factor suerte tuvo mucho que ver en su posterior éxito comercial. La película debe gran parte de su buena recepción entre el público, a que se estrenó en una época en la que el video estaba en auge y los productores veían en la venta y alquiler de cintas de video una suculenta y nueva fuente de ingresos a explotar. Pero si uno analiza, como ya he mencionado anteriormente, con algo de detenimiento la cinta, y escucha a quienes trabajaron en ella, se da cuenta de que todos los miembros del equipo pusieron todas sus energías al servicio de la película. El fracaso hubiera supuesto, probablemente, que Sam Raimi jamás hubiese podido dedicarse al mundo del cine.

Pero la inteligencia se torna superflua, sin el apoyo del instinto y el talento. Y de ambos, ya andaba sobrado Sam Raimi, por aquella época. El virtuosismo que demuestra con la cámara, que él mismo maneja; así como el deliciosos montaje y sonorización de la película, permiten que un material rodado de forma amateur, cobre en la pantalla una fuerza e intensidad cinematográfica fuera de lo común. A lo largo del metraje se suceden secuencias de cine en estado puro.
Aún hoy, resulta increíble como un director novel fue capaz de dominar y  manejar con semejante precisión el tempo de una secuencia. Fascinante el sonido de las vigas cuando la cámara cenital sobrevuela por encima de la cabeza de uno de los personajes acosado por los espíritus malignos. En definitiva, la película es un magnifico ejemplo de cómo se pueden crear picos de tensión y pavorosas atmósferas, gracias a un buen montaje. Raras veces se ha conseguido transmitir con tanta crudeza y de forma tan visceral la sensación de asedio, como en el caso que nos ocupa.

Poco importa que los personajes sean simples esbozos o que las actuaciones no estén a la altura —a excepción, claro, del genial Bruce Campbell —, porque lo que engancha de esta película es cómo te están contando lo que sucede, y no lo que sucede en sí.

La falta de medios fue un factor fundamental para que un director con unas ganas locas de rodar, se convirtiese en una maquina creativa invencible, empleando ingentes cantidades de creatividad y talento y, sobre todo, arrogancia y falta de conciencia, para sortear, uno a uno, todos los obstáculos que le salían al paso. Basta señalar, como ejemplo de ingenio creativo, las distintas secuencias subjetivas de la presencia malsana e invisible que merodea la casa y se mueve entre los troncos del bosque, acechando a los ingenuos adolescentes —y que, desde entonces, tantos directores han “homenajeado”—, fue rodada situando la cámara encima de una carretilla.
Más tarde, vendrían dos secuelas más, pero eso, como dice un hermoso libro, ya es otra historia.