lunes, 16 de julio de 2012

Noches Frikis

Esta sección ya existe en el blog hermano "Corruption Production", pero debido a que este por una cuestión de tiempo y logística ha quedado momentáneamente parado -asuntos personales, laborales, así como recientes paternidades, nos impiden, por el momento, seguir adelante como nos gustaría a todos- he decidido traspasarla a este blog hasta que "Corruption Production" recupere la normalidad. 

La sección no es más que el resultado de nuestra cultura de Video Club, espacios sagrados para quienes éramos niños por aquel entonces y nuestras posibilidades de ir al cine por cuestiones económicas y de edad eran limitadas. En aquellos lugares atestados de estanterías podíamos pasar hora solo trasteando y contemplando la carátulas de las cintas BETA y VHS.  El peor y el mejor cine convivían en un mismo espacio. Las películas de Lucio Fulci podían encontrarse en la misma sección dedicada al western -"Las pistolas cantaron a muerte"- donde se encontraban  las obras maestras de John Ford ("La Diligencia") y a nadie parecía importarle. Para bien o para mal, no existían clasismos.

Por eso mismo, "Noches Frikis" tiene como objetivo ofrecer tres platos: un primero, un segundo y un postre cinematográficos de dudosa calidad. No siempre serán películas malas, pero en su mayor parte aparecerán filmes de los que muy poca gente ha oído hablar o recuerda a duras penas. Las cuestiones por las que estás cintas serán elegidas se expondrá en las distintas entradas.

Mi prosa aquí estará acorde con las películas; es decir, estará menos cuidada que en mis demás escritos, porque estas película requieren un enfoque más gamberro que mis avances y críticas para Scifiworld.

Y para empezar, qué mejor que una "Noche Friki" dedicada a los superhéroes de los noventa:

Dos de las cuales —"El Castigador" (The Punisher) y "El Capitán América"— aborrecí y maldije con todo mi ser en su día, después de alquilarlas en el vídeo club de mi barrio, porque les daba la razón a los que decían que quienes leíamos cómics éramos una panda de descerebrados. Nunca se estrenaron en cine. Aunque luego, pasado el tiempo, no puedo más que reconocer, no sin cierta vergüenza, que disfruto del visionado de ambas, con una sonrisa socarrona en la boca.

La tercera —"Los Cuatro Fantásticos", perpetrada por la Factoría de Roger Corman, también en la década de los noventa—ni siquiera se estrenó para el mercado del vídeo; se rodó exclusivamente para que la compañía propietaria de los derechos de los personajes pudiera retenerlos.

Durante mi infancia y adolescencia, cuando se hablaba de la posibilidad de que adaptasen un cómic de Marvel o DC a la gran o pequeña pantalla, uno no podía más que echarse a temblar. n recuerdo lo mal que lo pasé cuando leí que iban a adaptar Wachtmen.
  
Ahora se ha hecho una adaptación muy digna. Pero antes de que las “Grandes Mentes” de Hollywood se percatasen de que los superhéroes pueden dar mucho dinero, nadie se batía el cobre para sacar adelante un proyecto respetuoso relacionado con los cómics; y más concretamente, con los superhéroes, convertidos en carne a merced de la serie B o Z más casposa.

Los aficionados nos conformábamos con que las adaptaciones no fueran demasiado ridículas.

Un claro ejemplo de lo poco que sabían las personas implicadas en llevar a la pantalla a los héroes del papel es la anécdota que leí en una antigua publicación especializada en cómics. Quizá fue en “Comics Scene”, pero no estoy seguro. Da igual. El caso es que invitaron a Stan Lee a un pase privado de la película para televisión de Hulk, donde salía Daredevil como personaje invitado. Después de que las luces volvieran a encenderse, Stan Lee les preguntó por qué el traje de Daredevil no tenía agujeros para los ojos. Los responsables del estudio le respondieron que cómo era ciego, para qué se iban a molestar en hacerle los agujeros a la máscara. Hala, a tomar por culo la identidad secreta.

Menos mal que ahora hay gente implicada en las adaptaciones que, al menos, sabe que tiene entre las manos –y no valen chistecitos con la frase de marras-.

CAPITÁN AMÉRICA: Tengo que reconocer que esta película me parece divertida y flipé cuando al final el Capitán América se tira al suelo y comienza a girar sobre sí mismo, cubriéndose de los impactos de bala, como hace en el cómic, en las escenas del castillo cutre. También es verdad que se me salían los ojos de las órbitas cada poco tiempo y sentía ganas de matar a los guionistas de la película… aunque no creo que ellos fueran los únicos culpables del estropicio. El traje parece cutre, pero mola. La trama es absurda y facilona. No esperéis diálogos brillantes ni emoción alguna; vamos, no esperéis brillantez en ningún aspecto de la película. Sólo el inicio y el final tienen algo de energía. Como no, aparece el personaje insoportable que se supone que es el alivio cómico y que sólo quieres que muera de la peor de las formas. Cráneo rojo también mola, aunque luego le hacen una cirugía de mierda. Por falta de presupuesto –no hay que olvidar que es una coproducción entre USA y Yugoslavia (¿Ey?)- el Capitán América sólo aparece con el traje al principio y al final de la película; los únicos tramos divertidos. Venga, atreveos a ver esta peli. Que hay peores formas de perder el tiempo… aunque tampoco muchas.


EL VENGADOR (THE PUNISHER): Esta película es mejor que la adaptación que se hizo con Thomas Jane como El Castigador –lo siento, me sigue sonando mejor así-. Además, sale Dolph Lundgren –el hermano tonto de Van Damme (dicho esto con todo el cariño del mundo)- con el pelo teñido de negro. La película es mala. El personaje nunca lleva la calavera en el pecho, porque se consideró que incitaba a la violencia o alguna idiotez por el estilo. La calavera aparece en la empuñadura de un puñal. Usan la frase de promoción del cómic: “Si eres culpable estás muerto”. Se puede disfrutar, si uno pone de su parte. Además aquí por lo menos hay sopapos y balas.





LOS CUATRO FANTÁSTICOS: De las tres, ésta es la más horrible. Si hubiera visto esta película en su momento, me hubiese cortado las venas. Da vergüenza ajena. Los efectos son ridículos -todavía me acuerdo del brazo de Reed Richard estirándose, dios que panzada a reír-, las interpretaciones penosas y la historia es propia de idiotas profundos (dicho esto también desde el cariño). Aun así, el aspecto de la Cosa y el Doctor Muerte molan muchísimo más que el que tienen las dos pelis nuevas de Los cuatro fantásticos, siendo su presupuesto infinitamente menor. Me duele más que con la pasta que se gastaron en las dos partes de Los Cuatro Fantásticos hicieran semejante mierda –joder, si solo bastaba adaptar alguna historia de Byrne para hacer algo decente-. La peli de los 90 de Los Cuatro Fantásticos tuvo que costar menos que un día de maquillaje de Jessica Alba para interpretar a Sue Storm. Los que sean, como yo, seguidores de Los Cuatro Fantásticos, podéis llorar… yo no lloré, pero porque iba prevenido.

Hala, valientes… ¡¡¡¡A disfrutar de una noche Friki!!!!