jueves, 29 de noviembre de 2012

Mi nuevo inquilino artificial: Amstrad 128K

Mi nuevo inquilino artificial
A veces se dan una serie de causalidades disfrazadas de casualidades y te encuentras recorriendo un camino que parece haber estado siempre ahí, escondido a simple vista. Y eso es lo que me ha sucedido estas últimas semanas después de unos cuantos años ignorando  que las piezas de un rocambolesco rompecabezas se estaban situando de una forma estratégica en mi vida. 

Hace unos años, la nostalgia por la infancia y por un tiempo más pausado y romántico -o al menos a mí me lo parece; aunque no sea imparcial- me llevó a internarme por los senderos de la retroinformática, entre otras cosas, gracias a los podcast, los emuladores y a aquellas personas que se han dedicado a preservar el hardware y el software de una época donde los sistemas no quedaban obsoletos en un año o dos y la gente se sentía identificada con su ordenador o consola de una forma visceral. 

Una cosa llevo a otra, y un cúmulo de circunstancias que, como digo, me resultan bastante poco factibles -de hecho, si las veo en una peli afirmaría, con rotundidad, que son demasiado forzadas- ocasionaron que, casi treinta años después, me vea buscándole sitio a un armatoste que pensé que jamás volvería formar parte de mi vida más allá del recuerdo.

Son muchas las circunstancias -no las enumeraré, porque necesitaría varias entradas, y no es cuestión- y las personas que han influido de una forma u otra para que de nuevo un Amstrad -aunque este sea un CPC 6128 y en color; el mío era fósforo verde y 464- vuelva a entrar en mi vida. 

Pero hay tres personas fundamentales para que la fotografía que acompaña a la entrada, y que no es otra que la de mi flamante y "viejuno" Amstrad CPC 6128, sea una realidad. Ojo, no son las únicas, pero sí las que mayor incidencia han tenido para que acabe haciendo la locura de buscarle un espacio a semejante bicho artificial. 

Luis, aunque sé que no le gusta aparecer por aquí -eres el Ito Ogami de mis amigos-, Spectrumnero de pro -aunque sin prejuicios-, quien entiende mi pasión por los ocho bits y se ha convertido en cómplice de la misma.

Javi, quien me dio un monitor de Amstrad y plantó en mi cabeza la semilla de una idea que me llevaría a intentar hacerme con un teclado y me acompañó a Parlabyte -durante la cual tuve el placer de conocer al gran Hoz3, flamante exponente de la retroinformática y cuya vida discurrió en paralelo a la mía sin que ninguno de los dos lo supiésemos- y a la quedada derivada de este gran evento.

Y por último, el factor fundamental de la ecuación, Rafael; o lo que es lo mismo: Cpcmaniaco. Quien, sin conocerme de nada, me invito a una maravillosa quedada en su casa, donde pude conocer a un buen puñado de buena e interesantísima gente de Zona de Pruebas y donde me esperaba mi flamante Amstrad, el cual me fue entregado de forma totalmente altruista.

Rafael, reitero mis agradecimientos y alabanzas, cual fanático al culto de Sugar, y prometo tratar al chico artificial con mimo y no tirarlo nunca -ni siquiera después de muerto- a la basura.

Ahora podré analizar los juegos en la máquina orginial, y no en el emulador.