Las cadenas se desprenden, por fin, como si nunca hubiesen apretados mis tobillos. La guitarra que nunca aprendí a acariciar, me observa, sin juzgarme, con un ojo rasgado por cinco cuerdas. El bolígrafo que no escribió el cuento que pretendía escribir, descansa sobre la libreta que juré no destrozar y que, ahora, permanece desnuda de hojas. Tengo ganas de llorar. Un lápiz sin afilar comparte frasco de cristal con un montón de pinturas y rotuladores huérfanos. Ella se ha ido, y no volverá nunca. Quise volar, y jamás levanté los pies del suelo. Divina inspiración, que hacías de mi un ser especial. Quisiera poder emocionar por última vez, pero mi cabeza no escucha ya a mi corazón. Mermado de facultades, mi cuerpo se postra, miserable y roto. Necesito expirar una cita brillante y genial, pero sólo me sale el miedo por la boca. Si pudierais contemplar, en este instante final, lo que os podía haber ofrecido; si sólo hubiese tenido la valentía suficiente para demostraros la belleza que era capaz de crear. Mis párpados embolsan los ojos, y mí tiempo concluye. No lloréis mi muerte, llorad mi vida. jueves, 19 de febrero de 2009
Fracaso
Las cadenas se desprenden, por fin, como si nunca hubiesen apretados mis tobillos. La guitarra que nunca aprendí a acariciar, me observa, sin juzgarme, con un ojo rasgado por cinco cuerdas. El bolígrafo que no escribió el cuento que pretendía escribir, descansa sobre la libreta que juré no destrozar y que, ahora, permanece desnuda de hojas. Tengo ganas de llorar. Un lápiz sin afilar comparte frasco de cristal con un montón de pinturas y rotuladores huérfanos. Ella se ha ido, y no volverá nunca. Quise volar, y jamás levanté los pies del suelo. Divina inspiración, que hacías de mi un ser especial. Quisiera poder emocionar por última vez, pero mi cabeza no escucha ya a mi corazón. Mermado de facultades, mi cuerpo se postra, miserable y roto. Necesito expirar una cita brillante y genial, pero sólo me sale el miedo por la boca. Si pudierais contemplar, en este instante final, lo que os podía haber ofrecido; si sólo hubiese tenido la valentía suficiente para demostraros la belleza que era capaz de crear. Mis párpados embolsan los ojos, y mí tiempo concluye. No lloréis mi muerte, llorad mi vida.
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