UNA
PELÍCULA INNECESARIA
Este
reinicio fílmico se inspira claramente en un cómic guionizado por
Bendis y dibujado por Bagley: “Ultimate Spiderman”. El cómic en
cuestión está fuera de la continuidad convencional y apareció,
hace más de diez años, con el propósito de intentar captar a
nuevos lectores. Por desgracia, aparte del diseño de vestuario y
sobre todo, lo mejor de la película, las secuencias en las que
Spiderman se balancea con su red por la ciudad de New York -cuyos
planos aéreos parecen calcos de las impresionantes composiciones que
nos regaló Bargley- poco más podemos encontrar en común.
Para
ver lo bien que funciona “Ultimate Spiderman” bastaría con
publicar un volumen que recopilase las viñetas donde el protagonista
es Parker, obviando las páginas dedicadas a su álter
ego superheróico. Entonces, nos encontraríamos ante un
magnífico melodrama sobre la adolescencia y la vida en el instituto.
Si hiciéramos lo propio con el filme, ¿qué nos quedaría?: Nada.
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Dibujo de Bagley para Ultimate Spiderman |
Los
pequeños cambios del origen no justifican una nueva película y de
hecho funcionan de forma nefasta tal y como son utilizados. El
Lagarto es un personaje que no tiene sentido si no se presenta como
un hombre con un descomunal sentimiento de culpa, obsesionado con
sanar la amputación de su brazo, enfermo e inseguro. La presencia de
su hijo y de su esposa y sus constantes fracasos de contener a su Yo Lagarto
son elementos dramáticos vitales para entender la idiosincrasia del
personaje; en la película se prescinde de ellos y apenas se nos da
información de él, salvo aquella que está explícita en sus
diálogos. La dualidad existente entre el cerebro científico y el
instinto ni siquiera se plantea. Connors
no tiene una sola escena
memorable, como sí ocurría con los villanos de las dos primeras
encarnaciones del personaje.
El
Lagarto hubiese estado mejor caracterizado con maquillaje, vistiendo
la bata destrozada y dotándole de proporciones menos exageradas; es
decir, humanizándolo. Porque tal y como lo presentan en pantalla lo
único que consiguen es restar “realismo” al filme.
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El Lagarto en los cómics |
El
tío Ben no goza de un mayor peso en la historia que en anteriores
reencarnaciones. Harry Osborn, el mejor amigo de Parker, quien sirve
como espejo distorsionado del héroe, no aparece. Su padre, Norman
Osborn, se le menciona y poco más. Los secundarios brillan por su
ausencia. Con Flash Thompson, el abusón del instituto, se amaga con
darle una mayor profundidad psicológica y que no se limite a ser
solo el que le hace la vida imposible a Parker; no obstante, tanto en
la continuidad convencional como en el universo Ultimate llegan a ser
buenos amigos. Pero sin saber por qué, este desaparece del metraje,
aunque luego aparece al final, como ocurre con todo el entorno del
instituto. Los personajes de la redacción del “Daily Bugle”,
fundamentales en la mitología de Spiderman, tampoco aparecen. La
insulsa relación con Gwen Stacy se vale de todos los trucos propios
del romance más facilón, más concretamente del estilo
“Crepúsculo”, para tratar de contentar al público más joven.