jueves, 19 de febrero de 2009

Fracaso

Las cadenas se desprenden, por fin, como si nunca hubiesen apretados mis tobillos. La guitarra que nunca aprendí a acariciar, me observa, sin juzgarme, con un ojo rasgado por cinco cuerdas. El bolígrafo que no escribió el cuento que pretendía escribir, descansa sobre la libreta que juré no destrozar y que, ahora, permanece desnuda de hojas. Tengo ganas de llorar. Un lápiz sin afilar comparte frasco de cristal con un montón de pinturas y rotuladores huérfanos. Ella se ha ido, y no volverá nunca. Quise volar, y jamás levanté los pies del suelo. Divina inspiración, que hacías de mi un ser especial. Quisiera poder emocionar por última vez, pero mi cabeza no escucha ya a mi corazón. Mermado de facultades, mi cuerpo se postra, miserable y roto. Necesito expirar una cita brillante y genial, pero sólo me sale el miedo por la boca. Si pudierais contemplar, en este instante final, lo que os podía haber ofrecido; si sólo hubiese tenido la valentía suficiente para demostraros la belleza que era capaz de crear. Mis párpados embolsan los ojos, y mí tiempo concluye. No lloréis mi muerte, llorad mi vida.

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